
Ante importantes cambios en la política migratoria de Estados Unidos en 2025, aumentan los movimientos de retorno hacia América del Sur, generando urgentes preocupaciones de protección y humanitarias.
Desde su primer día en el cargo, el presidente Trump introdujo cambios radicales al sistema migratorio estadounidense, en cumplimiento de sus promesas de campaña de reducir la inmigración y deportar a las personas migrantes en situación irregular. Estas medidas han incluido: la expansión de los procesos de expulsión exprés; deportaciones hacia múltiples países; la suspensión del acceso al asilo, incluyendo todos los programas de reasentamiento de refugiados y otras protecciones (como el Parole Humanitario y el Estatus de Protección Temporal); la criminalización del ingreso irregular; y la militarización de la frontera sur.
Estas acciones han reconfigurado las dinámicas de migración mixta en la región. Actualmente, pocas personas migrantes están viajando hacia EE. UU. Entre febrero y abril de 2025, la Patrulla Fronteriza reportó un promedio mensual de solo 7.971 detenciones en la frontera sur, lo que representa una disminución del 94% respecto al mismo período de 2024, cuando el promedio superó las 135.000. Estas cifras son las más bajas registradas desde los años 60. Este patrón se ha replicado a lo largo de toda la ruta: en abril de 2025, Panamá reportó solo 73 cruces del Darién, mientras Colombia registró apenas 34 personas migrantes en situación irregular en Turbo y Necoclí —una caída drástica comparada con las 29.259 y 27.857 respectivamente del mismo período en 2024.
Muchas personas que viajaban hacia EE. UU. han visto sus trayectos interrumpidos abruptamente, quedando varadas en México o Centroamérica, y forzadas a rehacer sus planes. Generalmente, si no desean quedarse en el país en el que se encuentran enfrentan dos opciones: intentar ingresar de forma irregular a EE. UU., pese a las crecientes barreras; o buscar un nuevo destino. Hasta ahora, los intentos de ingreso a EE. UU. parecen limitados. En cambio, un número considerable de personas migrantes latinoamericanas en tránsito por Centroamérica o México ha comenzado a retornar, migrando hacia el sur. Por ejemplo, Colombia registró 7.592 ingresos desde Panamá en los primeros cuatro meses de 2025, un patrón poco común en años anteriores. Los destinos de estas personas incluyen sus países de origen, lugares donde residieron anteriormente o terceros países.
Para comprender mejor estos retornos por cuenta propia, MMC llevó a cabo una investigación centrada en quién se está moviendo, por qué, cómo y cuáles sus intenciones a largo plazo. A través de la encuesta de Retorno 4Mi, MMC entrevistó a 479 migrantes que se desplazaban hacia el sur, en Costa Rica (245), Colombia (154) y México (80). Excepto una persona de Nepal, todos los encuestados eran de la región, principalmente de Venezuela (63%), Colombia (17%) y Ecuador (11%). Este artículo destaca los hallazgos de esta investigación, que forma parte de un informe conjunto de MMC y la iniciativa ProLAC sobre las dinámicas migratorias y los riesgos de protección en los movimientos de retorno norte-sur en las Américas.
(Nota: 4Mi utiliza un método de muestreo intencional, por lo que los resultados deben considerarse ilustrativos de las dinámicas de migración mixta y no estadísticamente representativos.)
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Efectos inmediatos para las personas migrantes
Los cambios en la política migratoria estadounidenses han afectado tanto a personas migrantes en destino como en tránsito. Quienes ya se encontraban en EE.UU. han enfrentado la pérdida de su estatus de protección, detención, deportación y separación familiar. Para finales de abril de 2025, el Departamento de Seguridad Nacional reportó más de 142.000 deportaciones desde el 20 de enero, aunque los datos disponibles no son precisos. A pesar de la retórica oficial sobre “deportaciones masivas”, el número total parece ser más bajo que el del año anterior, debido a la caída en nuevas llegadas. Según el Migration Policy Institute (MPI), la administración actual podría deportar aproximadamente medio millón de personas en 2025, menos que las 685.000 deportaciones registradas en el año fiscal 2024 bajo la presidencia de Joe Biden. Con menos llegadas recientes, una mayor proporción de deportaciones afecta ahora a personas que llevaban más tiempo residiendo en el país y que estaban más establecidas en sus comunidades.
Para quienes aún no han sido directamente afectados por estas medidas, el nuevo contexto ha generado un ambiente de temor.
“ Hice el procedimiento de CBP y ya tenía mi cita para el 26 de enero, pero me la cancelaron y ya no pude entrar a [EE.UU.]. La cuestión es que no me siento seguro regresando a Colombia porque soy perseguido por la guerrilla, y no me quiero quedar en México porque no conozco a nadie.”
– Testimonio de un encuestado 4Mi – Hombre colombiano (32 años) en México.
(Nota: la aplicación CBP One permitía a personas migrantes solicitar una cita para ingresar de forma regular a EE. UU.; la actual administración deshabilitó esta opción.)
A la vez, las nuevas medidas migratorias han tenido un fuerte impacto sobre las personas que estaban en tránsito hacia EE. UU. El cierre de la aplicación CBP One generó la cancelación de 30.000 citas programadas de personas que esperaban ingresar al país para solicitar asilo, y afectó también a quienes aún no habían agendado su cita. Las personas quedaron sin opciones de ingreso regular, obligadas a replantear sus planes y sumidas en una gran incertidumbre sobre su futuro.
“ Ay, eso me afectó demasiado Eso fue lo peor. Yo tenía una cita para el 25 de enero. Me destruyó. Me siento mal por no haber logrado lo que iba a hacer.”
– Testimonio de una encuestada 4Mi – Mujer venezolana (37 años) en Costa Rica.
Estas medidas influyeron directamente en las decisiones de las personas migrantes. Entre las 479 personas encuestadas, un alto porcentaje identificó la suspensión de mecanismos de migración regular en EE.UU. (85 %) y la percepción de que migrar ya no es posible (67 %) como razones para emprender el retorno (se permitía seleccionar múltiples respuestas). Alrededor de un tercio también indicó el miedo a la deportación como uno de los factores.
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Figura 1. Razones por las que las personas refugiadas y migrantes retornaron o estaban retornando
“¿Por qué razones está regresando/regresó?” n=479; Selección múltiple (se muestran las ocho opciones más frecuentes).
Rutas de retorno desde América del Norte y Central hacia América del Sur
La mayoría (62%) de las personas encuestadas en los tres países (n=479) inició su retorno desde México. Otras comenzaron su viaje desde países centroamericanos, especialmente Costa Rica (22%). La mayoría (74%) había permanecido menos de seis meses en el país desde donde retornó.
Muchas personas regresaron desde México, atravesando Centroamérica hasta llegar a Panamá, utilizando las mismas rutas que anteriormente sirvieron para migrar hacia el norte. Volvían en autobús, a pie o pidiendo “aventones”. En general, no reportaron grandes obstáculos en las fronteras entre México y Costa Rica.
Desde Panamá hacia Colombia, existen tres rutas posibles: por tierra a través del Tapón del Darién o por mar, ya sea por el Pacífico o el Caribe. Entre las 154 personas encuestadas en Colombia por 4Mi, el 73% había utilizado la ruta del mar Caribe, el 22% cruzó el Tapón del Darién y solo el 5% usó la ruta marítima del Pacífico.
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Mapa 1. Principales rutas de retorno norte-sur terrestres y marítimas a través de las Américas
Las personas migrantes enfrentan múltiples riesgos y abusos durante el retorno
Durante el trayecto hacia el sur, las personas migrantes se ven forzadas a tomar rutas altamente peligrosas. En México y los países del Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador) se registra una fuerte presencia del crimen organizado, lo que expone a las personas en tránsito a riesgos constantes de secuestro, extorsión y robo. Entre Panamá y Colombia, la zona del Pacífico está controlada por grupos criminales, aunque hay poca información específica disponible sobre la ruta migratoria; el Tapón del Darién sigue siendo extremadamente peligroso, con riesgos elevados de violencia, extorsión e incluso muerte; y la ruta marítima por el Caribe, aunque más transitada, es costosa y propensa a naufragios.
El Tapón del Darién sigue siendo una de las rutas migratorias más peligrosas en América Latina
Retornar a través del Tapón del Darién implica riesgos significativos. Desde hace años, se trata de una de las rutas migratorias más peligrosas de la región. Según datos de MMC, recopilados mediante encuestas a 518 personas migrantes en Costa Rica, el 96% reportó que el Darién fue la parte más peligrosa de su trayecto en 2024, en comparación con el 86% en 2023. Muchas personas enfrentaron graves amenazas y violaciones a sus derechos humanos. El entorno natural en sí mismo representa un peligro: temperaturas superiores a 35°C con alta humedad, vegetación densa, fauna salvaje peligrosa y una geografía que facilita que las personas se pierdan y accidenten.
Los riesgos de lesiones, enfermedades e incluso la muerte están siempre presentes, especialmente para niñas y niños. La violencia sexual también representa una amenaza persistente. Diversos testimonios describen agresiones sexuales cometidas bajo el pretexto de buscar dinero o pertenencias escondidas. Los datos de MMC muestran un aumento constante de la violencia sexual contra mujeres desde 2022, alcanzando al 46% de las mujeres encuestadas en 2024, lo que representa un incremento de 17 puntos porcentuales respecto a 2023 y de 31 puntos respecto al periodo julio–septiembre de 2022.
La conciencia sobre estos peligros, junto con el hecho de que los costos son comparables a los de la ruta marítima del Caribe, probablemente explica el menor porcentaje de personas que retornan por el Darién.
Las rutas marítimas exponen a nuevos peligros
Las rutas marítimas también conllevan riesgos. El 22 de febrero, una pequeña embarcación de pesca que transportaba a personas migrantes naufragó. La mayoría fue rescatada, pero una niña venezolana de ocho años falleció. Las personas encuestadas por MMC reportaron que las embarcaciones eran precarias y carecían de normas básicas de seguridad. Aunque muchas personas conocían estos peligros, percibían esta ruta como más segura que el Darién.
Se han identificado riesgos similares en la ruta del Pacífico. Al igual que en la del Caribe, personas encuestadas por 4Mi mencionaron que los naufragios no son infrecuentes. Esta zona está controlada por grupos armados, lo que incrementa el riesgo de violencia, trata de personas, reclutamiento forzado y otros abusos.
Planes futuros
La mayoría de las personas encuestadas (59%) tenía la intención de regresar a su país de origen. Sin embargo, entre las personas venezolanas —la nacionalidad más común en la muestra— la tendencia estaba dividida: el 50% planeaba regresar a Venezuela, mientras que el resto tenía otros destinos en mente. Colombia fue el país señalado como destino por el mayor número de personas encuestadas, incluyendo tanto a nacionales colombianos como a personas de otras nacionalidades. La encuesta identificó a 100 encuestados no colombianos que se dirigían a Colombia, de los cuales 57 ya habían vivido allí anteriormente.
La mayoría de quienes regresaban a su país de origen no tenía claridad sobre sus planes a mediano plazo: el 67% de las personas venezolanas que regresaban a Venezuela, y el 51% de quienes retornaban a otros países, expresaron que aún no habían decidido qué harían en los siguientes 12 meses. Estos datos sugieren que muchas personas están evaluando sus opciones frente al nuevo contexto. En particular, las personas venezolanas parecen especialmente reacias a regresar de manera definitiva a su país, dadas las continuas crisis políticas y económicas.
Se necesitan asistencia y vías regulares con urgencia
A medida que las dinámicas migratorias en la región cambian —al menos temporalmente—, se requieren nuevas políticas y acciones para responder a las necesidades de las personas migrantes.
Aunque muchas personas están organizando su propio retorno, esto no significa que sus movimientos puedan considerarse voluntarios, dadas las medidas extremadamente restrictivas que han sido implementadas para presionarlas a cambiar de rumbo y retornar. Además, la suspensión y terminación de fondos estadounidenses ha interrumpido gravemente la asistencia humanitaria en la región, lo que limita la capacidad de organizaciones humanitarias e instituciones gubernamentales para brindar apoyo a las personas migrantes en tránsito o en destino.
Necesidad de protección y asistencia humanitaria en ruta
La protección y la asistencia humanitaria son necesarias tanto durante el trayecto como en los destinos. En varias rutas —antes de tránsito rápido para movimientos norte-sur—, ahora se observa que las personas permanecen durante días o semanas, evaluando su siguiente paso o esperando reunir los recursos necesarios. Esto ha sobrepasado la capacidad de respuesta en comunidades pequeñas, especialmente en la ruta caribeña entre Panamá y Colombia.
Durante el retorno, las personas pueden enfrentar mayores niveles de vulnerabilidad, especialmente si nunca llegan a su destino, como ocurre con quienes originalmente planeaban llegar a EE.UU. Los costos del viaje al norte (en muchos casos financiados con deudas) limitan su disponibilidad económica para regresar, lo que las obliga a tomar rutas más arriesgadas. Además, muchas personas siguen arrastrando los efectos físicos y psicológicos de su trayecto inicial hacia el norte. Necesidades como asistencia médica, alimentación y efectivo —si no están satisfechas— agravan su situación. Las necesidades médicas no atendidas afectan su capacidad física, y al no tener recursos ni bienes, las personas pueden estar más expuestas a la violencia física o sexual.
Médecins du Monde informó que las personas en retorno llegaban a Colombia con necesidades urgentes de salud física y mental, incluyendo: “rasgos de trastorno de ansiedad y depresión generalizada por la frustración que implica retornar y las condiciones del tránsito migratorio […] quemaduras solares de primer grado y lumbalgia y mialgias asociadas a trayectos prolongados en lancha, por la exposición solar y vibraciones, postura mantenida y esfuerzo físico.”
“ La verdad que [los cambios en políticas de EE.UU.] nos impactaron mucho, ya que mi esposa actualmente está embarazada y no hemos podido acceder a suficiente servicios ya que algunas ONG ya no están trabajando”
– Testimonio de un encuestado 4Mi – Hombre venezolano (26 años) en Perú
Necesidad de asistencia en los destinos de retorno
En los países de destino, falta asistencia para apoyar adecuadamente la recepción e (re)integración de las personas migrantes. Aunque algunos países han implementado iniciativas específicas —como la “Tarjeta de Bienestar Paisano” en México, el Programa “Hermano y hermana vuelve a casa” en Honduras o “Retorno al hogar” en Guatemala— estas medidas suelen estar limitadas a personas nacionales, dejando a quienes retornan a terceros países sin apoyo específico.
Más allá de la asistencia inicial —que generalmente se proporciona en forma de vales o ayuda en especie, incluso para nacionales—, se necesitan soluciones a largo plazo, como acceso al empleo, formación y oportunidades de desarrollo, que permitan abordar las causas estructurales de la migración.
Por ejemplo, encuestas recientes realizadas por 4Mi a personas colombianas migrantes muestran que la migración desde Colombia está impulsada por razones económicas y de seguridad. El 74% de las 491 personas encuestadas mencionó motivos económicos, mientras que el 62% indicó violencia, inseguridad o conflicto (las respuestas podían ser múltiples). La (re)integración será probablemente compleja, ya que estos factores persisten en los lugares de origen. (Consulte la sección 4.2.3 del informe conjunto para un análisis detallado de los riesgos y condiciones de retorno a Colombia y otros países de destino en la región por la iniciativa ProLAC.)
Además, muchas personas migrantes retornan sin preparación alguna, lo que incrementa la necesidad de asistencia estructurada.
Necesidad de cooperación regional
Los Estados de la región se han comprometido, a través del Pacto Mundial para la Migración y la Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección, a facilitar retornos seguros, dignos y voluntarios, apoyar la reintegración, y promover vías regulares y mecanismos de protección internacional. Aunque el compromiso con estos principios parece debilitarse —especialmente en EE.UU.—, las necesidades sobre el terreno siguen siendo urgentes, como lo demuestra la falta de asistencia en países de tránsito y destino. Además, más allá de los ciudadanos que regresan a sus países de origen, las dinámicas actuales de retorno norte-sur también incluyen a personas que deciden establecerse en un país distinto al de su nacionalidad. Estas personas necesitan acceso a canales de entrada regular y a mecanismos de regularización en sus países de destino.
En este contexto, es necesario fortalecer la cooperación regional, con o sin EE.UU. Aunque muchos países de la región están bajo presión para firmar acuerdos bilaterales con EE.UU., los marcos regionales establecidos por la Declaración de Los Ángeles podrían servir para construir acuerdos regionales más sólidos, en lugar de respuestas fragmentadas. Si bien la Declaración fue impulsada por el expresidente estadounidense Joe Biden, sigue siendo un marco valioso y vigente para la cooperación regional. Fue un hito al proponer un “enfoque hemisférico para la gestión migratoria”, alejándose del enfoque limitado a la frontera entre EE. UU. y México. Dado que las actuales dinámicas de retorno abarcan una gran parte del continente —como países de origen, tránsito y destino— este enfoque sigue siendo altamente pertinente. El lenguaje común y las ideas consensuadas por los 18 países firmantes de América Latina y el Caribe, incluyendo Colombia, Costa Rica, México y Panamá, pueden ofrecer una base sólida para reforzar la cooperación regional.
Aunque relativamente pocas personas encuestadas por 4Mi tenían planes concretos de volver a migrar en el corto plazo, la mayoría no había decidido aún sus próximos pasos. Esto sugiere que podrían estar esperando la evolución de su proceso de (re)integración en el país de destino, y que podría existir una disposición para quedarse si reciben el apoyo necesario. Por tanto, el apoyo a la integración es especialmente determinante.
Conclusión
Las políticas migratorias de la nueva administración de EE. UU. han tenido un impacto significativo en las dinámicas de migración mixta en las Américas. Los retornos por cuenta propia que se describen en este artículo ocurren en paralelo con otras dinámicas preocupantes para la protección de las personas migrantes, como las deportaciones y la situación de quienes permanecen varados en países de tránsito. En una declaración a mediados de mayo, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos expresó su preocupación por las deportaciones desde EE. UU., especialmente en el caso de personas migrantes enviadas a El Salvador.
También se ha registrado un aumento del número de personas varadas en países de tránsito, debido a la imposibilidad de continuar su trayecto hacia el norte. Tal como muestra el análisis de la iniciativa ProLAC (véase el informe conjunto), esta situación ha expuesto a personas refugiadas y migrantes a mayores riesgos de protección, relacionados con la falta de documentación migratoria, la escasez de recursos económicos y la inseguridad generalizada en los países donde se encuentran.
En cuanto a los movimientos de retorno norte-sur, aún no se conocen los efectos a mediano y largo plazo de las nuevas medidas. En el pasado, las medidas restrictivas provocaron descensos temporales en el número de llegadas, pero no redujeron de forma sostenida los cruces fronterizos. Hay razones fundadas para creer que los retornos continuarán por ahora, aunque podrían cesar si las personas migrantes redirigen sus movimientos hacia otros destinos. En particular, personas migrantes extracontinentales parecen seguir intentando llegar a EE.UU. por vía marítima, como lo sugieren los recientes reportes sobre intercepciones por parte de la guardia costera en California. Las dinámicas y rutas están cambiando rápidamente, a medida que las personas migrantes reaccionan a las nuevas medidas y los gobiernos de la región ajustan sus estrategias. Por ejemplo, el 13 de mayo, el Servicio Nacional de Migración de Panamá anunció que personas nacionales de Colombia, Ecuador y Venezuela con residencia en Panamá podrían recibir orientación para retornar a Colombia; sin embargo, no está claro si se brindará asistencia concreta ni en qué consistiría.
Por ello, seguir monitoreando estos movimientos norte-sur en los próximos meses resulta fundamental.